gul6_Hasan MradDeFodi Images via Getty Images_ghannouchi Hasan Mrad/De Fodi Images via Getty Images

La triste suerte de Rached Ghannouchi merece más atención

ESTAMBUL – Soy un expolítico y un expresidente que siempre se ha manifestado contra la persecución política, y me siento obligado a llamar la atención sobre la triste situación de un político tunecino que está en la cárcel, Rached Ghannouchi. El fin de su detención estaba previsto para mediados de este año, pero ahora parece que se extenderá. Esa posibilidad me apena, como debería apenar a todo aquel que crea en la democracia. Ghannouchi ha sido un digno servidor de su país y de su pueblo, y no merece ser olvidado tras las rejas.

En marzo de 2012, después de la Revolución de los Jazmines en Túnez, pronuncié un discurso ante la Asamblea Constituyente tunecina, el primero de un presidente extranjero. Dije que estaba feliz e impresionado de ver el surgimiento de un consenso nacional entre secularistas y conservadores; una hazaña importante y un signo de madurez democrática. Como señalé en mi alocución: «Todos aquellos (y en particular el mundo árabe e islámico) que luchan por la libertad, la justicia, los derechos y la dignidad tienen sus mentes y sus corazones puestos en Túnez».

Tras veinticinco años de gobierno unipersonal, Túnez enviaba al mundo un claro mensaje: la democracia no es una forma de gobernanza exclusiva de Occidente. Detrás de este mensaje había un hombre sabio que con su compromiso con los principios democráticos y la tolerancia estaba dando a todos un ejemplo: Ghannouchi.

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